Todos los que leímos el libro o vimos la película “El Perfume” y vimos a Jean-Baptiste Grenouille trabajar en la perfumería del extraordinario personaje de Maldini, interpretado por Dustin Hoffman, quedamos maravillados por la habilidad requerida y los conocimientos necesarios para componer, o elaborar, un perfume y, sobre todo, la dificultad de conseguir una fragancia original que logre seducir a los clientes.
Patrick Süskind, el escritor de la
novela, nos introduce, a través de la ficción, en el maravilloso y efímero
mundo de los aromas y en el difícil arte de detectar la fórmula exacta, cuáles
notas, cuáles acordes, las medidas precisas, para lograr guardar en una pequeña
botella, la magia que produce la afinidad armónica del alma de sus
ingredientes.
Todo buen perfume contiene
tres acordes. La
cabeza, el corazón y la base. Cada uno de
ellos requiere de distintas notas olfativas, provenientes de diversas esencias.
El acorde de “la cabeza”, o “de salida” contiene la primera impresión, que dura
unos cuantos minutos; A medida que esas esencias se van evaporando, las notas
que lo componen se van desvaneciendo dando paso al acorde del “corazón”, el
tema principal del perfume, que puede ser percibido por varias horas. Por
último, el acorde “de fondo” constituye la base de la huella del perfume, la
cual, si el perfume está bien elaborado, puede durar varios días.

Estos “Narices”
combinan en forma disciplinada y profesional, pero con necesarios destellos de
creatividad y audacia, muchas “notas olfativas”, unas esencias extraídas de
flores, frutas y otros elementos naturales, agregándole otras notas producidas
artificialmente, mezclándolas en las proporciones correctas, hasta lograr
esos elixires aromáticos maravillosos que tanto han gustado a hombres
y mujeres durante siglos.

Eso, amigos míos, es un perfume.
Quico
Salazar / Director de Las Villas Perfumería
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