Cada cutis es diferente. Apreciar sus características e identificar lo que necesita resulta esencial para saber cuidarlo. Conozca los diferentes tipos y los problemas más habituales que los afectan.
La piel es una compañera "para toda la vida", y para mantenerla sana y bonita es preciso cuidarla adecuadamente, pero para ello resulta imprescindible conocerla.
La herencia influye inevitablemente sobre el particular envejecimiento cutáneo, pero, además, existen muchos otros factores relacionados con la forma de vida que afectan su estado: contaminación ambiental, falta de descanso, estrés, alimentación desequilibrada, cambios bruscos de temperatura, consumo de cigarrillo y alcohol, abuso en la exposición al sol, falta de higiene, uso de cosméticos agresivos o poco apropiados, entre muchos otros.
Todos esos elementos pueden acelerar su envejecimiento prematuro, deshidratándola, apagándola y tornándola frágil. Sin embargo, con unos cuidados básicos puede conservarse en óptimas condiciones.
Identifique su tipo
Existen cinco tipos de piel y cada una de ellas puede padecer, en mayor o menor grado, alguno de los problemas cutáneos más habituales: hipersensibilidad, acné, manchas, atonía muscular, deshidratación, desnutrición, falta de oxigenación, etcétera. Por eso es necesario descubrir las características básicas de cada una, para identificarlas y saber cómo tratarlas.
Normal. Es el cutis casi perfecto, con el que muchas personas sueñan. "Es una piel tersa, bien irrigada, suave, con el pH equilibrado, brillo natural y que se mantiene muy bien hidratada", explica Maripi Gadet, especialista en cosmética natural y autora de varios libros sobre el tema (Cuerpomente, 254). Al carecer de problemas, resulta ser la piel más sencilla de tratar. Sin embargo, esto no significa que no necesite los cuidados básicos, el llamado ABC de la belleza: limpieza, tonificación, crema protectora de día y nutritiva de noche.
Seca. "Este tipo de piel se caracteriza por su falta de brillo, poros finos y tendencia a la descamación. A menudo, está acompañada de un exceso de sensibilidad, lo que provoca enrojecimientos", afirma la especialista. Para su limpieza debe evitarse el uso de jabones que incrementen la sequedad, más bien optar por cremas desmaquilladoras hidratantes y calmantes. Para equilibrar su nivel hídrico es necesario recurrir a cremas poderosas (con retinol, ácido glicólico y vitaminas) pero de textura leve, que actúen como una barrera protectora contra la agresión de los agentes externos. Es importante que el producto de día tenga filtro solar incorporado.
Grasa. Por lo general, presentan un tono brillante y casi siempre va acompañada de poros dilatados. Si la producción de grasa es excesiva y los cuidados resultan escasos o inapropiados, suelen aparecer espinillas y comedones. La limpieza de este cutis debe realizarse como máximo entre dos y tres veces al día, usando para ello jabones líquidos o en barra. No conviene lavar el rostro en exceso porque puede ocasionar un aumento en su oleosidad. Para esta epidermis se recomienda una exfoliación periódica y el uso de mascarillas purificantes; mientras que para hidratarla es bueno optar por cosméticos en forma de gel o crema con filtro solar y también por productos a base de vitamina A, C y E.
Mixta. Es, posiblemente, el tipo de piel más frecuente. Combina diferentes tipos de epidermis, según el área de la cara: generalmente la zona T del rostro, es decir frente-nariz-barbilla, es grasa, mientras que el resto puede ser seca. Aunque existen productos específicos para este tipo de cutis, la recomendación de los especialistas es tratar cada zona por separado, ya que así se obtienen mejores resultados.
Sensible. "Se trata de un tipo de cutis fino, transparente y muy bello, si recibe los cuidados necesarios. Pero, en muchos casos, no se le otorga el tratamiento apropiado por lo que suele presentar rojeces cutáneas, es decir, dilatación anormal en los vasos capilares sanguíneos, lo que a veces produce molestias, como picor, descamación y tirantez. Es muy frágil y vulnerable; reacciona exacerbadamente a los factores externos y es candidata a envejecer prematuramente", manifiesta la experta. En opinión de la esteticista los productos más apropiados para cuidar estas pieles no deben incluir derivados del petróleo, colorantes ni perfumes artificiales.
Prácticas sencillas
Existen infinidad de cremas para cada tipo de piel, pero ellas solas no logran mantenerlas a tono si no se asumen ciertos hábitos en el día a día: cada noche es preciso realizar una limpieza del cutis con productos suaves, para eliminar los restos del maquillaje o la contaminación acumulada durante todo el día; luego tonificar y aplicar una crema nutritiva antes de acostarse; no rociar la piel con perfumes ni aguas de colonia, ni mucho menos intentar secar los granitos con alcohol; una hidratación interna es clave: beber suficiente agua ayuda a mantener cualquier tipo de piel en buenas condiciones.
Por otra parte, una alimentación balanceada, rica en vegetales, frutas, cereales integrales, granos, pescados, lácteos frescos y alejada de grasas saturadas garantiza su belleza.
Escrito por: BEATRIZ GARCÍA CARDONA
Fuente: http://www.estampas.com/belleza-y-moda/131017/pieles-al-descubierto
La herencia influye inevitablemente sobre el particular envejecimiento cutáneo, pero, además, existen muchos otros factores relacionados con la forma de vida que afectan su estado: contaminación ambiental, falta de descanso, estrés, alimentación desequilibrada, cambios bruscos de temperatura, consumo de cigarrillo y alcohol, abuso en la exposición al sol, falta de higiene, uso de cosméticos agresivos o poco apropiados, entre muchos otros.
Todos esos elementos pueden acelerar su envejecimiento prematuro, deshidratándola, apagándola y tornándola frágil. Sin embargo, con unos cuidados básicos puede conservarse en óptimas condiciones.
Identifique su tipo
Existen cinco tipos de piel y cada una de ellas puede padecer, en mayor o menor grado, alguno de los problemas cutáneos más habituales: hipersensibilidad, acné, manchas, atonía muscular, deshidratación, desnutrición, falta de oxigenación, etcétera. Por eso es necesario descubrir las características básicas de cada una, para identificarlas y saber cómo tratarlas.
Normal. Es el cutis casi perfecto, con el que muchas personas sueñan. "Es una piel tersa, bien irrigada, suave, con el pH equilibrado, brillo natural y que se mantiene muy bien hidratada", explica Maripi Gadet, especialista en cosmética natural y autora de varios libros sobre el tema (Cuerpomente, 254). Al carecer de problemas, resulta ser la piel más sencilla de tratar. Sin embargo, esto no significa que no necesite los cuidados básicos, el llamado ABC de la belleza: limpieza, tonificación, crema protectora de día y nutritiva de noche.
Seca. "Este tipo de piel se caracteriza por su falta de brillo, poros finos y tendencia a la descamación. A menudo, está acompañada de un exceso de sensibilidad, lo que provoca enrojecimientos", afirma la especialista. Para su limpieza debe evitarse el uso de jabones que incrementen la sequedad, más bien optar por cremas desmaquilladoras hidratantes y calmantes. Para equilibrar su nivel hídrico es necesario recurrir a cremas poderosas (con retinol, ácido glicólico y vitaminas) pero de textura leve, que actúen como una barrera protectora contra la agresión de los agentes externos. Es importante que el producto de día tenga filtro solar incorporado.
Grasa. Por lo general, presentan un tono brillante y casi siempre va acompañada de poros dilatados. Si la producción de grasa es excesiva y los cuidados resultan escasos o inapropiados, suelen aparecer espinillas y comedones. La limpieza de este cutis debe realizarse como máximo entre dos y tres veces al día, usando para ello jabones líquidos o en barra. No conviene lavar el rostro en exceso porque puede ocasionar un aumento en su oleosidad. Para esta epidermis se recomienda una exfoliación periódica y el uso de mascarillas purificantes; mientras que para hidratarla es bueno optar por cosméticos en forma de gel o crema con filtro solar y también por productos a base de vitamina A, C y E.
Mixta. Es, posiblemente, el tipo de piel más frecuente. Combina diferentes tipos de epidermis, según el área de la cara: generalmente la zona T del rostro, es decir frente-nariz-barbilla, es grasa, mientras que el resto puede ser seca. Aunque existen productos específicos para este tipo de cutis, la recomendación de los especialistas es tratar cada zona por separado, ya que así se obtienen mejores resultados.
Sensible. "Se trata de un tipo de cutis fino, transparente y muy bello, si recibe los cuidados necesarios. Pero, en muchos casos, no se le otorga el tratamiento apropiado por lo que suele presentar rojeces cutáneas, es decir, dilatación anormal en los vasos capilares sanguíneos, lo que a veces produce molestias, como picor, descamación y tirantez. Es muy frágil y vulnerable; reacciona exacerbadamente a los factores externos y es candidata a envejecer prematuramente", manifiesta la experta. En opinión de la esteticista los productos más apropiados para cuidar estas pieles no deben incluir derivados del petróleo, colorantes ni perfumes artificiales.
Prácticas sencillas
Existen infinidad de cremas para cada tipo de piel, pero ellas solas no logran mantenerlas a tono si no se asumen ciertos hábitos en el día a día: cada noche es preciso realizar una limpieza del cutis con productos suaves, para eliminar los restos del maquillaje o la contaminación acumulada durante todo el día; luego tonificar y aplicar una crema nutritiva antes de acostarse; no rociar la piel con perfumes ni aguas de colonia, ni mucho menos intentar secar los granitos con alcohol; una hidratación interna es clave: beber suficiente agua ayuda a mantener cualquier tipo de piel en buenas condiciones.
Por otra parte, una alimentación balanceada, rica en vegetales, frutas, cereales integrales, granos, pescados, lácteos frescos y alejada de grasas saturadas garantiza su belleza.
Escrito por: BEATRIZ GARCÍA CARDONA
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